Las definiciones y descripciones presentadas a continuación corresponden a un conjunto de "acuerdos" en torno al marco conceptual de la innovación educativa (IE) y los ecosistemas de innovación educativa (EIE), establecidos por los Centros de Innovación Educativa Regional para facilitar la comunicación y articulación entre las distintas acciones y planes regionales, y el respectivo acompañamiento desde el Ministerio de Educación. Estos acuerdos no pretenden establecer definiciones absolutas o definitivas, por el contrario, constituyen un punto de partida para retroalimentación, revisión y depuración de las mismas.
Dentro de las distintas aproximaciones existentes, la innovación educativa puede ser entendida como el proceso de transformación de las ideas y prácticas educativas que se configura a partir de la creación, modificación, reformulación o apropiación de planteamientos, estrategias, conocimientos o métodos percibidos como novedosos por una comunidad determinada y en un contexto específico. Corresponde a una acción deliberada y planificada, orientada a agregar valor, solucionar necesidades y procurar el mejoramiento de la calidad de vida de todos, a través de procesos de enseñanza y aprendizaje basados en la interacción y la construcción común.
Proceso de la innovación educativa (Unesco):
El proceso de innovación educativa tiene lugar en ciertas fases, las cuales han sido definidas por varios autores; sin embargo, se toma aquí lo propuesto por la Unesco (2016) y la OCDE (2016, 2017), quienes proponen que el proceso de innovación educativa comprende las siguientes etapas:
Esta primera fase del proceso de innovación educativa parte de una intencionalidad y requiere de un análisis primario que permita evidenciar qué se quiere transformar y por qué, definiendo el horizonte que se quiere alcanzar. Este apartado pretende identificar si los actores que promueven el proceso de innovación tienen la misma visión educativa, cuáles son los principales obstáculos, los posibles cambios y consecuencias de su aplicación, y qué piensan los agentes (participante y no participantes) con respecto a la construcción de dicho proceso.
Esta fase consiste en la consolidación de una programación que permita organizar los tiempos de implementación del proceso de innovación. Adicionalmente, exige disponer de un estado del arte sobre la situación de la que se parte, identificando cuáles son las responsabilidades que detenta cada uno de los actores y si son conscientes del cuplimiento de las mismas. Finalmente, es necesario un ejercicio de identificación de los promotores, participantes, expertos o beneficiarios de la experiencia educativa y de los indicadores que permitirán evaluar y monitorear el proceso de innovación (Unesco, 2016).
A partir de la identificación inicial de actores en la fase de planificación, se busca identificar los recursos humanos, materiales, tecnológicos y de infraestructura con los que se cuenta y aquellos que se requieren para llevar a cabo el procedimiento.
Esta fase propone la materialización de la agenda de planificación, registrando las acciones que se llevaron a cabo y los resultados para realizar ajustes. La flexibilidad es un factor de importancia a la hora de emprender la implementación del proceso, ya que en el ejercicio de una reflexión permanente es necesario efectuar cambios sobre la marcha.
Este estadio de reflexión abre el espacio para repreguntarse por los resultados del proceso, los contratiempos, oportunidades y lecciones tras la implementación de la fase anterior. Para realizar la evaluación es necesario el uso de indicadores de resultados, incluyendo registros como diarios y bitácoras que serán de utilidad en la última fase de sistematización.
Partiendo de un ejercicio de construcción colectiva, se registra el proceso para ser difundido en otros espacios educativos, redefiniendo la experiencia y el liderazgo de los actores.
La cultura de innovación educativa puede ser concebida como el conjunto de conocimientos, prácticas y valores (individuales y colectivos), orientados a generar e implementar ideas y mejoras en el ámbito educativo, que procuren beneficiar a los actores implicados directa e indirectamente en los procesos de enseñanza-aprendizaje. La cultura de innovación educativa es el resultado de una reflexión amplia de las prácticas, supuestos y valores, con el fin de transformar enfoques y esquemas tradicionales a través de la constante motivación por la creación de iniciativas de innovación, sustentada en la cooperación, participación activa y el trabajo en equipo permanente de los sujetos y organizaciones involucrados.
Para fomentar una cultura de innovación educativa se requiere del trabajo conjunto de los actores que interactúan en la organización, sistema o contexto que busca generar las innovaciones. En el contexto de la educación colombiana, la promoción de la misma depende de la cooperación y participación activa de todos los actores de los ecosistemas educativos, a nivel local, regional y nacional. De este modo, la capacidad de innovación no debe ser considerada como una habilidad individual, ni como la suma de acciones y aptitudes individuales, sino que debe ser entendida como una competencia social compartida por los actores del contexto innovador (Engel, 1997).
Un ecosistema de innovación educativa corresponde al conjunto de redes de enlace entre individuos y organizaciones, fundamentado en una visión común de las transformaciones que se quieren lograr y que genera las condiciones e interacciones necesarias para promover la cultura de innovación educativa. Los actores del ecosistema tienen una relación de mutua influencia, sin perder su autonomía para planear, implementar y llevar a cabo procesos de innovación.
El ecosistema está conformado por varios niveles (microsistema, mesosistema, exosistema y macrosistema) en los cuales se establecen diálogos, interacciones y estrategias entre los actores que hacen parte del mismo, con el propósito de lograr objetivos educativos en un determinado contexto social.
Un nodo articulador puede comprenderse como un sujeto u organización que hace parte del ecosistema de innovación educativa e interactúa con otros actores, facilitando la conformación de redes que conectan los diferentes niveles del ecosistema. Los nodos articuladores tienen por objeto viabilizar, gestionar, identificar y potenciar los posibles enlaces entre los actores del sistema. Si bien dentro de un ecosistema de innovación educativa es viable identificar diversos actores con comportamientos y funciones similares, para el alcance del presente marco conceptual se hace énfasis en los Centros de Innovación Educativa Regionales como nodos articuladores con alcance y operación transversal a todos los niveles del ecosistema y con carácter institucional por su relación directa con el Ministerio de Educación y las entidades territoriales.